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Un día enfrentabas una situación dificil que quizás se repetía constantemente en tu vida. Afortunadamente te encontraste con la ayuda que mejoró todo para ti.
Sí, es cierto que esa ayuda fue muy valiosa en su momento, pero el problema es que ahora no puedes avanzar a lo que sigue si no la recibes.
Por decirlo de alguna manera estás aferrado, atrapado; tal vez hasta te volviste emocionalmente dependiente de aquella ayuda (sea que haya venido por medio de una persona, un terapeuta, o de un grupo con el cual te reúnes).
Por eso es importante que leas esta historia que te contaré: El Hombre y la Balsa; una historia de Mentes Valientes para mentes valientes.
El Hombre y la Balsa
Hace mucho tiempo un hombre tenía un enorme reto: cruzar un gran lago que le impedía alcanzar la felicidad. Estaba cansado de enfrentar problemas y desanimado, porque por más que intentaba no lograba nadar lo suficiente y tampoco sabía cómo costruir un bote o o una balsa.
Una mañana, el hombre descubrió algo maravilloso. A la orilla del lago estaba una pequeña embarcación de madera en perfectas condiciones. Dio gracias por tan extraordinaria ayuda, se preparó para su viaje, y se embarcó sin saber a ciencia cierta cuál sería el resultado, pero lleno de esperanza de que sería bueno.
Pasados los días llegó a su destino. El lago había quedado atrás. Permaneció un tiempo en esas tierras, disfrutando de la vida calmado y tranquilo. Se sentía satisfecho, feliz. Cada vez que era necesario, la balsa estaba allí para ayudarle, y él, complacido y agradecido, la utilizaba.
Pero un día recibió una noticia inesperada y supo que tenía que emprender otro viaje lleno de nuevos desafíos. Se preparó para ponerse en marcha y miró a la distancia el reto que le esperaba: un enorme desierto. Pero no estaba asustado, porque sabía que contaba con la ayuda de siempre.
Cuentan que el hombre tomó la embarcación y con ella a cuestas, caminó por el desierto hasta ya no poder más.
La moraleja de esta historia
En la vida encontramos personas, hábitos, relaciones o actividades que son perfectas para ayudarnos a salir de problemas difíciles. Esto es una gran bendición que hay que agradecer. Pero no porque algo o alguien haya sido de gran ayuda en un momento dado, lo será siempre. Es decir, el momento de dejar la balsa atrás ha llegado.
Puedes conservar en tu corazón la gratitud por la ayuda que recibiste y seguir adelante buscando nuevas o más apropiadas formas para ayudarte a enfrentar la vida.
Quizá es momento de fortalecerte, crecer, y aprender lo necesario para ayudarte más a ti mismo, y convertirte en tu propia balsa, o en tu propio terapeuta o en ese proyecto o actividad que necesitas para seguir avanzando. A veces el universo está claramente indicándonos que tenemos que buscar otros medios que nos impulsen a progresar.
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