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¿Cómo tomar decisiones de manera efectiva? Descubre 6 claves esenciales (Parte 1)
¿De qué dependen los resultados que obtenemos en nuestra vida? Básicamente de dos tipos de cosas: las cosas que podemos controlar y las que no podemos controlar.
Una de las cosas que están casi siempre bajo nuestro control es tomar decisiones, por eso te voy a compartir 6 claves indispensables para tomar mejores decisiones. Esta es la primera parte, con 3 claves: Saca al resultadismo de tu mente, decidir es apostar y toda decisión tiene ganancias y pérdidas. ¿Empezamos?
Te explicaré tres de seis claves esenciales para tomar mejores decisiones con base en fundamentos científicos. Aunque también podemos tomar buenas decisiones usando la intuición, el problema es que nuestra intuición se contamina fácilmente con emociones, ideas preconcebidas, miedos o deseos que nos hacen actuar de manera poco objetiva. Cuando la intuición viene de un estado mental y espiritual adecuado es diferente y funciona mejor.
Por esta razón, la ventaja de conocer técnicas científicas para tomar decisiones es muy útil, porque aun cuando no te encuentres en el mejor estado emocional, estas herramientas que te voy a dar siempre serán útiles para todo tipo de situaciones, desde las más simples hasta las más delicadas.
Empecemos comprendiendo un poco más cómo funcionan las decisiones. Una decisión es como tratar de predecir el futuro usando una bola de cristal. Si hago estas acciones, ¿cuál será el resultado? ¿Cómo puedo adivinarlo? De hecho, cuando uno toma una decisión está tratando de atinarle al mejor resultado posible. Entonces, decidir es como tratar de adivinar o imaginar con la mayor certeza cuál de todos estos posibles futuros se hará realidad.
Es como cuando vas a un restaurante por primera vez y no conoces la comida. El menú te muestra los futuros probables, pero tú solo puedes elegir un plato. Para ello puedes preguntar sobre los ingredientes del plato o sobre la experiencia de otras personas al probarlo. Pero finalmente, tendrás que elegir cuál será el mejor plato para ti, buscando que no te caiga de peso o te haga daño, y por supuesto que te guste. Recuerda, no tienes una bola de cristal, pero aun así, tienes que hacer tu mejor esfuerzo para adivinar.
Y la primera clave que te voy a dar es Saca al resultadismo de tu mente. El resultadismo es la falsa creencia de que una buena decisión siempre se reconoce por sus buenos resultados, y una mala decisión siempre se reconoce por sus malos resultados.
Tú puedes tomar una buena decisión y obtener un resultado no tan bueno, o tomar una mala decisión y obtener un buen resultado. Ya sé que suena complicado, tomar decisiones es difícil. Por cierto, si no has visto mi video “Por qué es tan difícil tomar decisiones”, te recomiendo que lo veas para que tengas un panorama más amplio del tema y comprendas mucho mejor las claves explicadas aquí.
Un ejemplo de una mala decisión que puede dar buenos resultados es cuando conduces un auto en estado de embriaguez: te fuiste de fiesta, se te pasaron las copas, vas conduciendo prácticamente dormido, y te pasas imprudentemente más de una luz roja, pero finalmente llegas a tu casa sano y salvo.
¿Te das cuenta? Es obvio que manejar alcoholizado no fue una buena decisión, y sin embargo, el resultado fue bueno, pero eso no significa que siempre que hagas lo mismo, vayas a correr con la misma suerte. Así es, literalmente hablamos de suerte, por factores que escapan de tu control (llámales casualidades, o como tú prefieras) te salvaste de tener un accidente.
Por lo tanto, la lógica de decir que todo buen resultado es producto de una buena decisión refleja un patrón de pensamiento muy dañino que se llama resultadismo, o como le llaman en psicología “sesgo de resultado”, lo cual nunca te va a ayudar a mejorar la calidad de tus decisiones.
En conclusión, cuando quieras tomar una decisión basándote en los resultados que obtuvieron otros, ten mucho cuidado. No porque algo le salió bien a una persona le saldrá bien a las siguientes. Mejor basa tus decisiones en buena información, en el análisis de los resultados posibles y sé lo más objetivo que puedas para tomarla.
La segunda clave es: entender que decidir es apostar. Toda decisión es una apuesta, o como decimos en México, un albur; principalmente porque nadie sabe a ciencia cierta lo que va a pasar, y porque el azar tiene mucho que ver con los resultados.
Pongamos el ejemplo del ajedrez contra los dados o la ruleta. En el ajedrez ambos contendientes saben qué piezas tiene su oponente, además, las reglas del juego y muchas de las estrategias existentes son muy claras y específicas. Es un juego donde la información que se conoce es muy completa.
En un juego de dados, en cambio, no se puede saber a ciencia cierta qué números caerán; es más, ni siquiera hay jugadas establecidas. Es un juego de información incompleta. La vida cotidiana y real es más parecida a un juego de dados o barajas que a un juego de ajedrez.
Las decisiones son más como apuestas, y menos como formas de cálculo definidas como las del ajedrez. (OJO, por supuesto que existen estrategias para tomar mejores decisiones, pero ese es otro tema, ya que aun usando estrategias podemos obtener resultados malos como consecuencia de la suerte, el azar o la casualidad, por llamarle de esta forma a lo desconocido e inesperado).
Para aplicar esto a la vida diaria, no te fanatices con tener toda la información de algo antes de decidir. Consigue la mayor información que puedas y haz tus mejores cálculos, pero no te paralices si falta algo, porque es imposible tener toda la información. Relájate, porque finalmente cualquier decisión que tomes será, más o menos, como una apuesta.
La tercera clave es: entender que toda decisión tiene ganancias y pérdidas. Si decidir es apostar, quizás te preguntes contra quién es la apuesta. Al tomar decisiones, la gran mayoría de las ocasiones estamos apostando contra nosotros mismos, porque al elegir una opción, estamos descartando las otras que podríamos haber elegido.
De hecho, la palabra apostar se define como una decisión que se toma al pensar en lo que probablemente ocurrirá y hay que tener en claro que cuando apostamos a una opción -excluyendo por lógica a las demás- estamos perdiendo de antemano la oportunidad de experimentar los resultados de los otros futuros posibles que no elegimos.
Es decir, en toda decisión se puede ganar algo, pero también se puede perder, y a esto se le llama “costo de oportunidad”. Entonces, cuando tomes una decisión, no te atormentes pensando en las posibles pérdidas. Tampoco te arriesgues demasiado pensando en que todo será ganancias, porque en cualquier momento las cosas cambian y es mejor estar preparados tanto para lo bueno como para lo malo.
Te espero en la segunda parte de este post para que juntos aprendamos las siguientes tres claves esenciales para tomar mejores decisiones con base en fundamentos científicos. Gracias por leerme.
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